Bienvenidos al Palacio
Existe un lugar donde el mar se adentra en la tierra, una profunda brecha, una cicatriz, una frontera abrupta que separa Asturias de Galicia, dos riberas hermanas para un paraíso en la tierra. Un estuario que se abre a la vida, al Cantábrico, siempre bravo, siempre honesto; al aroma del salitre, a los barcos de pesca que llegan a puerto, al vuelo bajo de las aves en el islote de Turuyón.
Y allí, en plena desembocadura, junto al puerto, una torre erguida por mamposteros nos devuelve al esplendor de otro tiempo, a la memoria de los Pardo de Donlebún, a las incursiones de la Armada invencible, a viajes, batallas, a casi cinco siglos de historia que nos observan, que nos acogen.
Un palacio que fue hogar, refugio, descanso del marino, del guerrero, y que hoy nos recibe para convertirnos en protagonistas de nuestra propia historia. Un lugar para vivir esos momentos que siempre llevaremos en el corazón, para generar nuevos recuerdos que serán parte de nuestra memoria vital y de la de otros.
Bienvenidos/as al Palacio de Figueras.
Dejar que el edificio nos hable a través de sus volúmenes; trabajo de cantería, artesanos… bucear bajo varias capas de pintura, investigar, descubrir, devolver el esplendor a una construcción de casi 500 años en la que la única premisa era eliminar añadidos y superpuestos para recuperar su carácter y su esencia.
Un arduo trabajo de casi 11 años que hoy nos permite volver a recorrer sus salones para que otros puedan seguir disfrutándolos el día de mañana.